La prensa estatal: Una receta para el desastre: los vínculos negativos entre el calor extremo y la inseguridad de la vivienda

Salir a la calle en Arizona significa sentir el sol del desierto penetrando en la piel hasta que el calor se hace tan insoportable que es necesario refugiarse a la sombra o en una habitación fresca con aire acondicionado.

Pero para algunos, estos lujos son inaccesibles, lo que les deja víctimas de las temperaturas en constante ascenso.

Desde las estructuras de las casas móviles que retienen el calor hasta la falta de aire acondicionado, pasando por las personas sin hogar, los problemas de vivienda hacen que las comunidades sean más vulnerables al intenso calor de Arizona.

El estado tampoco es ajeno a la subida vertiginosa de los precios de la vivienda, que desplaza a las personas con rentas bajas, obligándolas a buscar opciones de alojamiento más baratas, que pueden carecer de comodidades que protejan adecuadamente a los residentes del calor.

Las personas que se enfrentan a la inestabilidad de la vivienda también tienen más probabilidades de sufrir los efectos nocivos del calor. El calor excesivo puede empeorar problemas de salud preexistentes o causar otros nuevos, como insolación e hipertermia, que pueden ser mortales.

Además, la criminalización del sinhogarismo no hace sino empeorar las cosas cuando se barren las tiendas de campaña y se obliga a las personas sin techo a abandonar los refugios que han encontrado. Además de la falta de cobijo frente al calor, las personas sin hogar expuestas al asfalto en ciudades como Phoenix pueden sufrir quemaduras extremas en cuestión de segundos o minutos.